Agroecología II: ¿Cuánto cuestan nuestros mutualistas?

En 2007, la revista Ecosistemas dedicó un monográfico a la Agroecología

Este texto es la continuación de Agoecología I Compañeros de viaje

Por Rocío Fernández Ales, expresidenta de la AEET

Tener mutualistas es un chollo, porque nos proporcionan recursos ilimitados siempre que no abusemos, pero no son gratis, tienen un precio. Si queremos sacarles rendimiento hay que cuidarlos, y esto requiere un trabajo. La capacidad de hacer trabajo se llama energía. ¿En qué la gastamos?, pues en arar, sembrar, abonar, escardar, matar las plagas, recolectar, pastorear, construir apriscos, naves de aperos, infraestructuras de regadío, mataderos, piscifactorías etc. etc. Ningún mutualismo es barato. Por poner un ejemplo, las plantas terrestres gastan casi la mitad de los azúcares que obtienen en la fotosíntesis en alimentar a los microorganismos del suelo, que les ayudan a obtener nutrientes esenciales (Nitrógeno, Fósforo) para poder crecer.

 Earl Wilkerson tractor

¿Cuánto nos cuestan los nuestros? Lo podemos medir como la razón entre la energía que invertimos en ellos y la energía que obtenemos de ellos. Le llamaremos eficiencia de producción. Pues es variadísima, ya que depende de las técnicas de cultivo que se usen, que son legión, pues cada cultura ha desarrollado su propia agricultura con rendimientos de lo mas variado. Si les interesa el tema deberían leer a Bayliss-Smith (The ecology of agricultural systems, Universidad de Cambridge 1982), que describe detalladamente las técnicas agrícolas de culturas muy dispares y calcula su eficiencia de producción. Pero dentro de esta enorme diversidad se pueden distinguir dos grupos claramente diferentes: la agricultura a sangre y la de petróleo. En la primera todo el trabajo lo hacen seres vivos (por eso se llama a sangre), el hombre y sus animales domésticos, porque somos tan artistas que hemos conseguido convencer a otras especies para que nos ayuden a cuidar de los mutualistas a cambio de participar en el festín. En la segunda todo el trabajo lo hacen las máquinas, que se alimentan de petróleo. La primera tiene que ser necesariamente eficiente (y de hecho lo es), porque sino no es viable. No se puede gastar más energía en cuidar a los mutualistas que la que proporcionan como alimento para los animales y hombres que los cuidan. La segunda no tiene porque ser eficiente (y de hecho no lo es), ya que la energía que se gasta no proviene de lo que comemos, sino de algo ajeno que es además, muy abundante. Para nosotros es energéticamente casi gratis.

La agricultura del petróleo gasta muchísima energía, no solo por el gasoil que mueve las máquinas que aran, siembran, abonan, escardan, riegan, cosechan y etc, que no es poco, sino principalmente porque la fabricación de abonos nitrogenados requiere cantidades ingentes de energía. A esto hay que añadirle la que se usa en la fabricación y reparación de las máquinas, su transporte y reposición; la fabricación y transporte de plaguicidas, herbicidas, abonos y etc. Eso si, da unos rendimientos espectaculares. Con ella las cosechas se triplican, pero como la energía necesaria para la producción aumenta muchísimo los rendimientos bajan, aunque siempre son positivos (se invierte 1 y se recolecta como 3). No ocurre lo mismo con la ganadería estabulada y la acuicultura intensiva, que son siempre deficitarias; se invierte bastante más energía de la que proporcionan como alimento. Ahora si, son muy productivas. La agricultura a sangre es mucho mas barata, y se limita a la energía que gastan los hombres y los animales (bueyes, caballos, mulos). Las cosechas son menores, con excepciones, pero la eficiencia es mucho mayor: se invierte 1 y se recogen más de 10. La ganadería extensiva no es deficitaria, pues se alimenta de vegetación silvestre que no cuesta trabajo producirla, o de desechos agrarios que de todas formas no íbamos a aprovechar, y el pastorear, mantener a los perros, ordeñar, esquilar y hacer apriscos no lleva un gran gasto de energía. Ahora si, produce bastante menos que la ganadería estabulada.

Cada una de estas agriculturas requiere variedades de plantas y animales diferentes. Las variedades que funcionan con la agricultura a sangre no lo hacen con la agricultura del petróleo y viceversa. Veamos por ejemplo el trigo.

Moitas Moitas. campos de trigo 2009

Las variedades de la agricultura a sangre son de tallo largo, lo que facilita la recolección manual, pero no valen para la del petróleo, porque los tallos largos no pueden soportar las enormes espigas de los muy productivos trigos y se caen. Se necesitan trigos de tallo corto que se recogen a maquina divinamente, pero que no valen para la agricultura a sangre porque no hay forma de darles el abono suficiente para que crezcan y luego son muy difíciles de recoger a mano. Bueno, pues así con todo, tanto plantas como animales. Por regla general, la agricultura del petróleo lleva asociada una cohorte de mutualistas muy modificados que producen muchísimo en las condiciones óptimas que esta le proporciona, pero incapaces de sobrevivir en cualquier otro ambiente. En la agricultura a sangre por el contrario hay más poblaciones de mutualistas que podrían sobrevivir en la naturaleza, como los clásicos animales cimarrones y mostrencos.

La agricultura a sangre ha sido la habitual durante la inmensa mayor parte del tiempo que llevamos lidiando con nuestros mutualistas. Muy eficiente y poco productiva, porque lo que se optimiza es trabajar lo menos posible. En un mundo donde domina la población agraria que cultiva buena parte de lo que come no tiene mucho sentido optimizar la producción, ya que no hay mucha población a la que vender. Esto no quiere decir que no se practicara la agricultura comercial, que es tan vieja como la propia agricultura, sino que estaba limitada a abastecer a ciudadanos, ejércitos y comerciantes, que, aunque muy vistosos, eran una fracción minoritaria de la población.

La agricultura del petróleo es recientísima, tiene como un siglo largo y no se ha desarrollado plenamente hasta después de la segunda guerra mundial, cuando la revolución verde creó variedades bien adaptadas a esta nueva agricultura y las expandió por todo el mundo, junto con la maquinaria, herbicidas, plaguicidas, abonos minerales y etc, que requieren. Muy productiva y poco eficiente, ya que lo que optimiza es la producción de alimentos para una creciente población urbana (ya es mas del 50% de la humanidad) que no tiene espacio ni tiempo ni ganas de cultivar lo que come. El resultado ha sido un crecimiento exponencial de los alimentos disponibles en el mercado, que ha hecho posible la urbanización de la población y ha producido una explosión demográfica. La humanidad de ha duplicado entre los años 1960 y 2000. Nadamos en la abundancia, por mucho que nos quieran hacer creer lo contrario.

Así como la agricultura a sangre ha durado 10.000 años, y todavía persiste allí donde la del petróleo no la ha desplazado, podemos decir que ha demostrado de sobra ser sostenible. ¿Y la del petróleo? Me temo que no es sostenible, ya que el petróleo tarde o temprano se acabará. ¿Cuándo? Sabe Dios, porque el volumen de petróleo que se puede extraer sin gastar más en la extracción que la energía que proporciona es uno de los secretos mejor guardados del planeta. Cuando la disponibilidad de petróleo comience a descender (peak oil o cenit del petróleo) tendremos serios aprietos para mantener la fuerte relación mutualista que hemos establecido con nuestros ultramodificados socios gracias a la energía a raudales que nos ha proporcionado el petróleo fácil.

¿Podremos volver en ese momento a una agricultura a sangre allá donde ésta haya sido totalmente desplazada por la del petróleo? Lo dudo mucho. Hay que recuperar las variedades adaptadas a esta agricultura así como las técnicas, olvidadas hace generaciones. ¿Quién sabe ahora en este país arar con bueyes, sembrar a voleo, segar a mano, manejar un mulo o cuidar de un rebaño en el monte? Pues dentro de dos generaciones ni les cuento. Así que habrá que ponerse las pilas y buscar soluciones a este problema que no sabemos cuando aparecerá, pero que hay que abordar ya porque el famoso “peak oil” puede estar a la vuelta de la esquina. La revista Ecosistemas le ha dedicado un monográfico (Vol 16:1 2007) a otras formas de agricultura mas acordes con una era post petróleo fácil.

Continuará…

2 thoughts on “Agroecología II: ¿Cuánto cuestan nuestros mutualistas?

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