El cuco común (Cuculus canorus) es un ave bastante conocida por todo el mundo, tanto por la cultura popular como en el ámbito científico. Todos conocen a ese pájaro que pone sus huevos en el nido de otra ave para que los cuide por él, cuyo característico canto es el famoso “cu-cu”, que nos avisa del inicio de la primavera, época en la que llega de su migración. También se ha comprobado que la presencia de cuco se puede asociar con la alta biodiversidad de aves de una zona, por lo que si en tu zona escuchas al cuco cantar puede indicarte que estás en una zona con muchas especies de aves diferentes (Morelli et al. 2017).
Aunque para nosotros escuchar a esta ave sea algo positivo, para el resto de paseriformes no lo es tanto. Como he mencionado antes, el cuco es un parásito de cría: va a poner sus huevos en los nidos de otras aves para que estas cuiden de su descendencia. Nada más salir del cascarón, el pollo de cuco, que eclosiona unos días antes que los huevos de sus padres adoptivos, los va a eliminar para así quedarse solo en el nido. Este proceso es muy costoso para los hospedadores ya que van a perder a su descendencia y se van a dedicar a cuidar el pollo del cuco. Este curioso comportamiento ha atraído la mirada de muchísimos investigadores: la coevolución que se produce entre el hospedador y el parásito para evitar seguir siendo parasitado y seguir parasitando, respectivamente, está intensamente estudiada, pero aún nos deja muchas otras incógnitas, sobre todo de otros aspectos menos estudiados, como por ejemplo el canto del cuco y cómo lo adapta a su entorno.
Empezando por el principio, el hospedador, en ese proceso coevolutivo con el cuco (conocido como carrera de armamentos coevolutiva), empezará a generar unas defensas contra el parásito, por ejemplo, reconocer huevos y expulsarlos del nido. Por el contrario, el cuco tendrá que contraatacar, por ejemplo, haciendo huevos cada vez más parecidos a los del hospedador para que no sea capaz de diferenciarlos de los suyos propios. Con esto, los cucos, sobre todo las hembras, empezarán a especializarse en un tipo concreto de hospedador, generando las diferentes razas o “gentes”, por su término en inglés (Davies 2000). Una vez una raza de cuco se ha especializado en su hospedador, la pregunta que surge es la siguiente: ¿cómo sabe el pollo de cuco qué individuos son de su propia especie y a quién tiene que parasitar?

Si seguimos con la defensa de huevos, parece que la coloración la da principalmente la madre, pero hay especies de aves en los que los genes autosómicos del padre también son indispensables para la coloración del fondo del huevo, por lo tanto, el cuco tendrá que juntarse con otro individuo que tenga los genes adecuados para seguir parasitando a ese hospedador que es capaz de cuidarlo y sacarlo adelante. Para ello hay diversas teorías: la impronta del hospedador, la filopatría, la selección de nidos adecuados… Pero la más plausible hasta ahora parece ser aquella que habla de la “impronta del hábitat”. Esto consiste en que el cuco no se impronta de sus hospedadores, si no que se va a improntar del ambiente en el que vive: tipo de nido, vegetación, sonidos… Todo ello va a hacer que, una vez que salga del nido e inicie la migración, el cuco volverá al mismo tipo de hábitat en el que se crio, aumentando las probabilidades de encontrar a un hospedador adecuado. Tenemos entonces que el cuco va a saber a que especies parasitar gracias a esa impronta del hábitat, pero sigue faltando una pieza más en el puzle: ¿esto ayuda a la especialización para un hospedador?
Aquí viene lo más interesante. Desde que están en el nido, los pollos de cuco tienen que pedir alimento como si fuesen cuatro pollos del hospedador juntos, y esto va a depender mucho de la especie hospedadora, ya que no es lo mismo el sonido de petición que hacen los pollos de petirrojo que los de carricero. Esta variación de sonido que hacen de pollos se va a mantener en su canto cuando crecen, haciendo entonces que los pollos que han sido criados por especies forestales tengan un canto diferente a aquellos criados por especies asociadas a matorrales, por ejemplo. Esta divergencia en el canto de los machos de cuco ayuda a la hembra a seleccionar cuál va a ser el macho perfecto para seguir parasitando al hospedador dentro de ese hábitat en el que se han criado y con el que están familiarizados (Fuisz & de Kort 2007).
Esto nos trae muchas otras preguntas, ¿qué ocurre con el canto de los cucos cuando se encuentran varios en una misma zona en la que los límites de uno y otro hábitat no están tan bien definidos? Aún queda mucho para conocer todos los entresijos que trae consigo los diferentes sistemas de parásito de cría-hospedador, pero es muy bonito ver cómo dos especies distintas van coevolucionando y adaptándose poco a poco la una a la otra.
Autora:
Mª Carmen López Luengo
Departamento de Zoología, Universidad de Granada
Referencias:
1. Davies N. B. (2000). Cuckoos, cowbirds and other cheats. London Academic Press.
2. Fuisz T. I. & de Kort S. R. (2007). Habitat-dependent call divergence in the common cuckoo: is it a potential signal for assortative mating? Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences 274: 2093-2097.
3. Morelli F., Møller A. P., Nelson E., Benedetti Y., Liang W., Šímová P., Moretti M. & Tryjanowski P. (2017). The common cuckoo is an effective indicator of high bird species richness in Asia and Europe. Scientific Reports 7: 4376.
La fotografía de portada es obra de Andy Morffew.
