
En diciembre de 2015 las Naciones Unidas acordaron que el 11 de febrero fuese el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia . ¿Porqué?, pues porque aunque pueda parecer increíble, en el siglo XXI y en ciencia aún persiste la discriminación en contra de las mujeres. Esto no es una opinión sino que muchos estudios científicos lo demuestran, incluyendo el que ha sido publicado en el último número de la revista Ecosistemas y que pueden leer aquí. Previamente ya se había demostrado, por ejemplo, que los hombres firman más artículos científicos que las mujeres (Borsuk et al. 2009), no porque haya más hombres investigadores sino porque pueden ser favorecidos en los procesos de revisión (Knobloch-Westerwick et al. 2013). Los artículos publicados en revistas científicas son revisados por investigadores expertos en el tema que evalúan la calidad de los mismos. En este proceso los autores no saben quiénes son los revisores, pero estos sí pueden ver el nombre de los autores. Sin embargo, el sistema de revisión doble-ciego, en el cual los revisores no pueden ver el nombre de los autores de los artículos que evalúan favorece a las mujeres, aumentando en un 33% el número de artículos firmados por ellas (Budden et al. 2008). Esto indica que existe un sesgo en contra de la aceptación de artículos firmados por mujeres. Como el sistema actual de selección está basado principalmente en los artículos publicados que raramente son evaluados en un proceso doble-ciego, la capacidad de las mujeres de competir por contratos y proyectos de investigación con los hombres se ve disminuida.
En este sentido y dada la importancia de los congresos científicos en la promoción de los investigadores, decidimos estudiar el posible sesgo de género en la participación en los congresos ibéricos y suizos de ecología. Se preguntarán el porqué de esta elección. La respuesta es que son congresos de tamaño y temática comparables, pero con una historia y cultura diferentes. Aunque la elección de estos dos congresos también se debe a la proverbial “movilidad exterior” de los jóvenes científicos españoles, que les ha permitido participar de primera mano en ambos congresos y trabajar con ecólogos suizos en la elaboración de este trabajo de Ecosistemas.
Siguiendo las directrices apuntadas en la publicación de 2008, en el congreso suizo se llevó a cabo un proceso de selección ciego y, además, hubo una discriminación positiva para aumentar el número de mujeres en ponencias plenarias. Como consecuencia, la visibilidad de ambos géneros en el congreso suizo fue equivalente. El interés personal en este estudio era averiguar si el sesgo contra las mujeres habría desaparecido en las asociaciones de ecología ibéricas, que no siguieron estas pautas, y, por tanto, si las mismas serían superfluas en la actualidad en nuestras sociedades.
Los resultados del congreso ibérico mostraron que el sesgo de género sigue existiendo y que fue particularmente llamativo en la elección de las ponencias invitadas en las sesiones y simposios, donde las mujeres estuvieron claramente infrarepresentadas. Este no es un resultado puntual, ya que el próximo congreso de ecología que se celebrará en España ( XIV MEDECOS & XIII AEET), cuenta con tres invitadas frente a siete invitados en las ponencias plenarias de las sesiones y con cuatro frente a once en los simposios.
La discriminación negativa contra la mujer ha sido descrita en todos los ámbitos académicos, desde la participación en congresos, la publicación de artículos o la obtención de proyectos, señalándose en todos los casos la mayor representación masculina (ver referencias en nuestro artículo). Aunque a veces hay iniciativas desde el mundo científico que parecen querer esconderla. Recientemente saltó a los medios de comunicación una polémica sobre este asunto porque un grupo de investigadores e investigadoras del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) pedían en Change.org la retirada de un número de una revista publicada por esta institución (aquí). El número estaba dedicado a la igualdad de la mujer y fue duramente criticado por su falta de calidad y rigor científico, exponiendo idearios antifeministas, homófobos y transfóbicos. Uno de los artículos criticados trataba de la situación de la mujer en el CSIC (Caballero Wangüemert 2016) y describía cualitativamente la evolución de la participación de las mujeres con una serie de datos carentes de cualquier análisis estadístico y cinco testimonios de investigadoras seleccionadas bajo criterios no indicados en el documento. El artículo sugería que ha habido una mejora significativa de la situación de la mujer en el consejo a pesar de su baja representación en los órganos superiores. La autora defendía que esta infrarepresentación está debida principalmente a la elección personal de las propias mujeres de una vida más relajada y familiar frente a su carrera profesional competitiva.
Como científicas no podemos dar por válidas estas conclusiones basadas en opiniones y en una revisión subjetiva de los datos, y nos resulta doloroso que estudios de esta índole se publiquen y se les de credibilidad en una revista publicada por una institución científica. Aunque los motivos del sesgo por género en ciencias son muy diversos y complejos, no debemos dejar que el debate sobre las causas ensombrezca la evidencia de esta desigualdad. La igualdad de oportunidades en todos los procesos y etapas de la ciencia es necesaria. Y no es solo una cuestión de justicia. Varios estudios muestran el mayor éxito de equipos de investigación más paritarios (e.g. Campbell et al. 2013). Ahora es el momento de pensar y decidir qué sociedad científica queremos y tomar medidas activas para conseguirla.
Lucía DeSoto y Susana Rodríguez-Echeverría
Doctoras e investigadoras en Ecología
Universidad de Coimbra
Borsuk, R.M., Budden, A.E., Leimu, R., Aarssen, L.W., Lortie, C.J. 2009. The influence of author gender, national language and number of authors on citation rate in ecology. The Open Ecology Journal 2: 25-28.
Budden, A.E., Tregenza, T., Aarssen, L.W., Koricheva, J., Leimu, R., Lortie, C.J. 2008. Double-blind review favours increased representation of female authors. Trends in Ecology & Evolution 23: 4-6.
Caballero Wangüemert, M. 2016. Mujeres de ciencia: el caso del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Arbor 192: a300.
Campbell, L.G., Mehtani, S., Dozier, M.E., Rinehart, J. 2013. Gender-heterogeneous working groups produce higher quality science. PloSone 8: e79147.
DeSoto, L., Torices, R., Broennimann, O., Guisan, A., Rodríguez-Echeverría, S. 2016. ¿Existe un sesgo en la participación y visibilidad de las mujeres en ecología? Una comparación entre los congresos ibérico y suizo. Ecosistemas 25:105-111.
Knobloch-Westerwick, S., Glynn, C.J., Huge, M. 2013. The Matilda Effect in Science Communication: An Experiment on Gender Bias in Publication Quality Perceptions and Collaboration Interest. Science Communication 35: 603 – 625.
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