INVENTARIOS FORESTALES. EL BOSQUE ILUSTRADO

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Inventario forestal de 1752. Atlas histórico forestal de Andalucía.

Yo quiero, exijo que todo a mi alrededor sea a partir de ahora medido, probado, certificado, matemático, racional. Habrá que proceder a la agrimensura de la isla, establecer la imagen reducida de la proyección horizontal de todas sus tierras, consignar todos estos datos en un catastro. Querría que cada planta fuera etiquetada, cada pájaro registrado con una anilla, cada mamífero marcado a fuego. ¡no cesaré hasta que esta isla oscura, impenetrable, llena de sordas fermentaciones y de remolinos maléficos sea metamorfoseada, convertida en una construcción abstracta, transparente, inteligible hasta la médula.

 Michel Tournier. Viernes o los limbos del pacífico.

La pasión que se tiene actualmente por los bosques es bastante reciente, unos 300 años. Fueron los ilustrados en el siglo XVIII los que empezaron a preocuparse seriamente por ellos y a darles muchísima importancia. Esto no quiere decir que antes la gente pasase, pues existen numerosas normativas más antiguas que protegen árboles y bosques y reyes especialmente preocupados por la falta de arboledas en sus reinos que promovieron su expansión, como Felipe II, que nos ha legado entre otras cosas el hermoso monte del Pardo. Pero lo de los ilustrados es distinto. Para ellos el bosque era una fuente de recursos fundamental para su proyecto de cambio social. En tiempos donde no existía el carbón ni el petróleo la madera era el único combustible capaz de desarrollar la industria (ferrerías, vidrios), el material necesario para empacar mercancías (barricas), curtir pieles, construir fábricas y ciudades (vigas), entibar minas o fabricar barcos. Así que había que explotar racionalmente los bosques para que proporcionasen todos estos recursos de forma sostenible y a la vez siguieran cumpliendo su papel controlador del ciclo hidrológico y protector de la erosión, pues nuestros avispados antepasados ya se habían percatado del papel medioambiental tan importante que cumplen.

Para explotar racionalmente los bosques lo primero que había que hacer era conocerlos. Y se lanzaron manos a la obra. Unos se pusieron a estudiar como funcionan los árboles, de lo que ya existía bibliografía. Todos los tratados de agricultura desde tiempos de los romanos han dedicado una sección a la cría y cuidado de los árboles. Y otros se lanzaron a un terreno mucho mas inexplorado: saber lo que había y como explotarlo sin agotarlo. Y se pusieron a inventariar, que es la única manera de empezar a hincarle el diente al asunto. Aquí comienzan los inventarios forestales. El primero del que yo tengo noticia en España es el que resulta de la ley de montes de 1748. La Universidad de Granada publicó los resultados para Andalucía hace unos años. En el se recoge el número de árboles de especies de interés para la marina en aquellas zonas donde era posible explotarlos (cerca del mar y de ríos importantes), clasificados por edades (nuevos, crecidos y viejos). Pero hay más. Ya les conté aquí que el Duque de Medina Sidonia, un hombre de su tiempo, mandó hacer en 1774 una descripción detallada de su coto de Doñana en la que se contaron todos los árboles y se hizo una lista de todas las especies arbustivas y de todos los animales de pesca, pelo y pluma.

Ciento cincuenta años después, a comienzos del siglo XX, empiezan a realizarse inventarios sistemáticos de los bosques, comenzando por los países nórdicos, tan arbolados, y extendiéndose paulatinamente por todo el mundo, de tal manera que actualmente son algo común. No es que en todo ese periodo no se hiciesen inventarios, es que a partir de este momento se hacen con una metodología estándar que permite mayores comparaciones, tanto en el espacio como en el tiempo. Se muestrean parcelas fijas distribuidas con criterios estandar, de tamaños parecidos y en las que se toman las mismas medidas: numero de árboles y especie, tamaño de las que superan cierto diámetro, estado de regeneración, especies arbustivas acompañantes etc. Todas estas medidas proporcionan una información muy valiosa para la gestión, planificación y explotación forestal, como es la extensión de las masas forestales, la cantidad de madera extraíble, el estado de salud y regeneración de la masa y su evolución temporal.

Pero también proporcionan una información inestimable para los ecólogos que estudian los bosques. Los ecosistemas son muy parsimoniosos, cambian muy lentamente, y los bosques, dominados por individuos muy longevos ya ni les cuento. Así que tener disponible información de como han cambiado en casi un siglo de forma precisa y en tres siglos de forma menos precisa pero mucho mas que mirar polen y carbones es una joya. Joya en la que los ecólogos se han fijado y han comenzado a usar: el número de publicaciones en revistas de Ecología basados en estos inventarios han aumentado exponencialmente en los últimos 20 años. Hasta yo he usado estos datos para ver como han cambiado las dehesas a largo plazo (aquí). Los ecólogos también han propuesto otras medidas adicionales para saber más de la ecología de los bosques que se han comenzado a implementar. Los inventarios forestales ahora cumplen una doble función, controlar la explotación y conocer mejor el papel medioambiental que cumplen los bosques, como ya planificaron nuestros antepasados hace 300 años.

El último número de la revista ECOSISTEMAS viene dedicado precisamente al partido que le están sacando los ecólogos a los datos contenidos en los inventarios forestales. Es impresionante. No se lo pierdan.

Rocío Fernández Alés

Expresidenta de la AEET.

Inventarios forestales para el estudio de patrones y procesos en Ecología. Ecosistemas 25 (3). Diciembre 2016

Gomez Cruz, M. (1991). Atlas historico forestal de Andalucía. Siglo XVIII. Universidad de Granada y Agencia de medio Ambiente de la Junta de Andalucía. 71 pp.

Lopez Linage, J. (1989) Agricultores, botánicos y manufactureros en el siglo XVIII. Los sueños de la ilustración española. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y Banco de Crédito Agrícola.229 pp.

4 thoughts on “INVENTARIOS FORESTALES. EL BOSQUE ILUSTRADO

  1. No sé por que afirmas que El Monte de El Pardo se lo debemos a Felipe II (y no mucho antes a Enrique de Trastamara). debes tener datos que yo desconozco desde el estudio en el que colaboré con González Bernáldez hace más de tres décadas.

    1. En los Montes de España en la historia de E. Bauer (Ministerio de Agricultura y Fundación Conde del Valle de Salazar, 1991) dice que Felipe II, muy preocupado por los bosques y la plantación de árboles, al igual que su padre, mandó repoblar el Pardo de árboles. Que se plantó exactamente, donde y en que cantidad no lo pone, pero en los archivos de patrimonio Nacional que hay en el palacio Real de Madrid está toda la documentación histórica de este lugar esperando que alguien la estudie. Hasta donde yo se nadie lo ha hecho todavía.

  2. Y en el libro de la montería, muy anterior en varios siglos al mediocre de Bauer promocionado por la ETS de Miontes se menciona el Pardo arbolado y al maestre Amaniel com montero mayor

    1. En esos siglos se pudo despoblar de árboles y Felipe II mandó plantar nuevos. No lo sabremos hasta que alguien se digne a estudiarlo

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