
Ser grande en este mundo tiene muchas ventajas. Se es mas eficiente energéticamente, se abarca un espacio mayor obteniendo mas recursos y se puede a los competidores mas pequeños. Pero no es gratis. Ponerse grande lleva su tiempo, tiempo en el que uno está expuesto a las inclemencias del medio y a que se lo coman a uno. Defensas para protegerse como cáscaras, sustancias tóxicas o de mal sabor, disfraces o carreras cuestan energía. Incluso asustarse, como nos cuentan Lola Vázquez y colaboradores (aquí) que les pasa a los renacuajos de las charcas de Doñana. Cuando huelen a los predadores de toda la vida se asustan y luego crecen menos. Así que el crecimiento no es todo lo rápido que podría ser por estos gastos.
Si uno dedica los recursos que obtiene a crecer y defenderse, poco le queda para producir descendencia. Así que lo usual es tener pocos hijos, eso si, bien protegidos de salida para afrontar lo que se les viene encima. Tampoco pasa nada por tener pocos hijos. Si la mayoría de estos se reproducen la persistencia de la especie está asegurada.
Esta manera de vivir es ideal siempre que el mundo sea predecible y esté lleno de vida, que es la mayor parte del tiempo. Pero cuando ocurre un imprevisto la cosa se tuerce. Por ejemplo, los renacuajos no son capaces de oler a un nuevo predador que ha aparecido hace 40 años en Doñana, el cangrejo rojo (Procambarus clarkii), asi que no se asustan y huyen, con lo que el cangrejo se los come. Como no espabilen pueden acabar por desaparecer. Si la cosa es mas grave, como un desastre que elimine a una parte apreciable de la población, les cuesta mucho recuperarse porque tienen pocos hijos, así que son proclives a extinguirse. Recuerden que en las grandes extinciones siempre desaparecen los grandes.
No todas las especies eligen este camino. Dedicar los recursos que se obtienen a producir muchos hijos cuanto antes es otra opción. Se quedan pequeños y casi no se defienden, porque esto pone en peligro el tener descendencia. Es el caso de otra especie de renacuajos estudiada por Lola Vázquez y colaboradores. Viven en charcas efímeras, así que si quieren sobrevivir tienen que crecer a toda velocidad para poderse convertir en ranas antes de que el charco se seque. No huelen a ningún predador, no se pueden permitir el lujo de asustarse porque no llegan al tamaño mínimo para la metamorfosis. Así que solo sobreviven en las charcas donde no hay predadores porque duran demasiado poco. En otras circunstancias todos se los comerían.
Este camino es muy sufrido, porque es una carrera contra la muerte, contra los que se los comen y contra los grandotes que compiten con ellos, Pero tiene sus ventajas: soportan bien lo impredecible porque total, como están acostumbradas a morirse y recuperarse por la descendencia, sobreviven a la catástrofe inundándolo todo de hijos y dominando sin los grandes que tanto les hacen padecer. Son las que permanecen tras una gran extinción.
A estas dos formas de enfrentarse a la vida hace tiempo que los ecólogos les pusieron nombre: r y K. Estos nombres tan raros tienen su lógica: son las constantes de la ecuación de Verhulst – Pearl que simula el crecimiento de una población que vive con recursos limitados. K es la constante que determina el número máximo de individuos que se pueden mantener con los recursos disponibles y en el que se queda una población si no hay sobresaltos y si los individuos no mueren de niños ni producen muchos hijos. Como las grandes, por eso se les llama K. La otra constante, r, es la velocidad a la que una población alcanza su tamaño máximo, y como las chicas son capaces de crecer muy deprisa se les llama r. En realidad no son grupos enfrentados, sino un gradiente que va de las especies capaces de inundar un área en un santiamén en cuanto las cosas les van medio bien y se descuidan los predadores, que es lo que llamamos plagas, como las ratas, a las que viven muchísimo tiempo, son enormes y tienen poquísimos hijos, como los elefantes. En medio hay de todo.
El ser r o K no es un carácter fijo de una especie, sino plástico. Poblaciones de la misma especie que viven en distintas circunstancias pueden ser mas r o mas K. Un caso paradigmático es el de los conejos (Oryctolagus cuniculus). En la península ibérica, de donde son oriundos, se los come todo quisque. No han sido capaces de defenderse de esta avalancha de predadores y sobreviven empezando a reproducirse muy jóvenes para tratar de tener el mayor número de hijos posible antes de que alguien los mate. Son los típicos r. Allá donde han invadido, como Australia, apenas tienen predadores y se han relajado. Se empiezan a reproducir mucho mas tarde y son bastante mas grandes que en su lugar de origen. Son más K. Les recuerdo que la edad a la que los individuos de una población se empiezan a reproducir determina más la velocidad a la que puede crecer que el número de hijos que se tengan. Cuanto antes más deprisa se crece.
La naturaleza es muy barroca. No solo hay organismos de todos los tamaños, formas, colores, fisiologías y comportamientos, sino que sus poblaciones se enfrentan a la vida de distinta manera. Esta complicación es un seguro de vida para persistir en un mundo heterogéneo y cambiante que en ocasiones es poco predecible. La vida no se mueve de la tierra, así que tiene que aguantar lo que se le venga encima, y la mejor manera es tener gente para todo, para vivir en situaciones ambientales de lo mas variado y también para sobrevivir ante cualquier imprevisto por raro que sea y poder regenerarla.
Rocío Fernández Alés
Expresidente de la AEET
Vázquez, L.A., Rendón, M.Á., Díaz-Paniagua, C., Gómez-Mestre, I. 2017. Variaciones entre especies de anfibios en sus respuestas morfológicas a la presencia de depredadores nativos e introducidos. Ecosistemas 26(3): 32-38.
En teoría de estrategias vitales se ha producido un abandono progresivo de la polaridad r-K en favor del contínuo rápido-lento, que comparte con aquella el fuerte peso demográfico, pero que incluye avances conceptuales. Creo que toda la entrada puede reformularse, prácticamente sin cambio de significado, en términos del contínuo rápido-lento. Es curioso cómo algunas teorías persisten en los libros de texto de ecología durante décadas, a pesar de contar con marcos teóricos más modernos. Pero conviene ir actualizando estos marcos teóricos para reflejar el avance de nuestra disciplina 🙂
Muchísimas gracias por resaltar este punto tan importante al que le he dedicado demasiado poco, el final del sexto párrafo. Demasiado escueto para la importancia que tiene. La realidad es un continuo bastante complejo entre las caricaturas de r y K que he expuesto.