¿Por qué la revista Ecosistemas dedica un monográfico a la Macroecología?
Por Rocío Fernández Ales, expresidenta de la AEET
La Macroecología es una parte de la Ecología que ha tomado mucho auge en los últimos años. La primera noticia que se tiene de ella es de 1989, cuando Brown y Maurer la definen por primera vez en un artículo publicado en la revista Science, y se empieza a desarrollar tras publicar la Universidad de Chicago en 1995 un libro de Brown titulado Macroecology. Pero, ¿Qué es la Macroecología? En la editorial introductoria al monográfico que ha publicado la revista Ecosistemas sobre el tema (vol 23 no 1, 2014), el Dr. Olalla Tárrega nos dice que la Macroecología estudia los patrones y procesos de distribución y abundancia de las especies a escalas regionales o incluso globales. Esta definición es muy semejante a la de Biogeografía, que es la ciencia que estudia la distribución de las especies a gran escala y los procesos que la determinan.
Captura de imagen desde Google Earth
¿Es lo mismo la Biogeografía que la Macroecología? Es una cuestión polémica, como se puede ver en la reciente discusión que se ha generado en la revista Nature. Pero no crean que esta polémica es reciente. Ya Margalef, en su “Ecología”, que es de 1974 (Ed. Omega), nos dice en la introducción a los tres capítulos que dedica a la Biogeografía, que las relaciones entre Ecología y Biogeografía siempre han sido confusas. Libros como la zoogeografía ecológica de Hesse, que data de 1924, tuvo mucha influencia en el desarrollo de la Ecología, pero Darlington señala en su tratado de Zoogeografía (1957) que es bueno llevar al los ecólogos al terreno de la Biogeografía, pero que la Biogeografía no es Ecología. Toda esta polémica yo la encuentro bastante estéril. ¿Qué más da como le llamemos? Llamémosle Biogeografía o Macroecología, lo importante es que seamos conscientes de que tanto las especies como los ecosistemas se despliegan en un espacio geográfico, y esto va a condicionar tanto la evolución de las especies como la función de los ecosistemas.
Tanto los ecosistemas como las especies ocupan espacio, cosa que los ecólogos han tardado en reconocer. Hasta mediados de los años 80 del pasado siglo no se empezó a tomar en serio que el espacio podía tener mucha importancia como regulador de las interacciones en el ecosistema y controlador de la evolución; ahora sí, en cuanto los ecólogos se dieron cuenta, el avance en este campo ha sido espectacular. Las metapoblaciones, la ecología espacial, la del paisaje y la Macroecología han aparecido y tomado un lugar cada vez relevante en los estudios ecológicos. Claro que siempre hay antecedentes, como por ejemplo los estudios biogeográficos del ecólogo Mc Arthur. En este sentido a Margalef se le puede considerar un pionero: en su Ecología de 1974 incluye dos capítulos dedicados al ecosistema en el espacio y tres a biogeografía: configuración de las áreas, proyección geográfica de la evolución y Biogeografía histórica. Pura Macroecología.
¿Porqué es tan importante el espacio? Porque funciona como un aislante. Moverse por el espacio tiene su costo, hay que gastar energía locomotora que se paga con la comida que se puede obtener así que la comida limita la movilidad… a menos que se use una energía externa para moverse, como las corrientes de aire y de agua o un primo que te transporte. Esto lógicamente limita la posibilidad de que individuos de distintas especies interactúen y ya en los años 80 existían modelos de poblaciones donde se mostraba que la distribución espacial era uno de los principales factores que permitía la coexistencia de competidores y de predadores y presas. Así que las especies coexisten en un ecosistema porque se organizan el espacio igual que nosotros en las ciudades nos organizamos el espacio para lo mismo, para poder convivir. Si no la vida sería un caos.
Pero vayamos a la Macroecología, que es de lo que trata este post. Todas las especies exploran espacios nuevos donde vivir: semillas y esporas arrastradas por el viento o el agua; fases voladoras de los insectos; fases nadadoras de animales sésiles y juveniles de muchas aves y mamíferos que se adentran en lo desconocido, llegando más o menos lejos según se las apañen para moverse. Cuando llegan a su destino, tienen que sobrevivir en un ambiente que puede ser favorable o no, además de tener que lidiar con los que ya están allí, que pueden ser amigos o enemigos. Ocupar nuevos territorios no es tarea fácil, y la cosa lleva su tiempo, normalmente varias generaciones. Hay especies que solo pueden sobrevivir en espacios vacíos porque las pobres son muy malas competidoras y las demás se las comen por sopas. Son las clásicas de etapas pioneras de la sucesión y como son muy viajeras y siempre hay algún hueco libre donde meterse, tienen mucha facilidad de expandirse y colonizar el globo. Son muy cosmopolitas. Pero hay otras que solo pueden viajar en comandita, porque se necesitan las unas a las otras para sobrevivir. Moverse en grupo es bastante lento porque no todos pueden ir a la misma velocidad. Además son unas exquisitas, no se pueden poner en cualquier parte, no, solo donde ya les han arreglado el sitio otras especies precedentes (las viajeras) para poder estar cómodas. Son las de etapas maduras de la sucesión, lentas pero contundentes; donde se posan arrasan con todo. Siempre se ha considerado que las condiciones ambientales como humedad, temperatura, salinidad, turbulencias, etc y sus fluctuaciones temporales eran las responsables de la distribución y abundancia de las especies en el planeta, cosa que es verdad a grandes rasgos, porque a esto hay que superponerle todos estos fenómenos, puramente ecológicos, que acentúan o borran, o simplemente modifican estos patrones generales.
Para poner las cosas mas complicadas, las especies van cambiando conforme se van moviendo. Lógico, nuevos ambientes, nuevos compañeros, nuevas presiones de selección. Y si en el viaje se pierde el contacto con los parientes que se quedaron en el lugar de origen, pueden llegar a ser muy diferentes. La evolución se proyecta sobre un espacio geográfico. Barreras y pasillos creados por el ambiente o por la presencia de otros organismos aíslan o dejan en contacto a diferentes poblaciones de la misma especie, facilitando o impidiendo la diferenciación. Y el camino de cambio que se tome dependerá no solo del nuevo ambiente en el que se encuentren, sino también de los compañeros de viaje que uno se encuentre en el camino y con el que uno está condenado a entenderse.
Todo este proceso es lento, y aunque puede sufrir parones y acelerones, es mucho más lento de lo que dura una vida humana. Lo que nosotros observamos no es un ajuste perfecto entre el ambiente y la distribución actual de los organismos, sino el resultado de un proceso histórico, donde lo que pasó hace bastantes años puede tener mas peso que lo actual. Y las consecuencias de lo que pasa ahora lo verán nuestros nietos o biznietos.
Descifrar las reglas que rigen esta constante danza es tarea de la Macroecología. Ya sabemos algunas cosas, sino vean los artículos que trae Ecosistemas sobre el tema. Y si quieren saber más, lean a Margalef, que es un pozo de ciencia.
‘Ecosistemas’, revista científica de ecología y medio ambiente
Vol 23, Nº1 (2014): enero-abril
Imagen de portada del último número de la revista Ecosistemas
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