MAMÍFEROS CARNÍVOROS, RESTAURADORES DE ECOSISTEMAS.

la zorra y las uvas

La naturaleza le tiene horror al vacío. Cuando aparece de repente un terreno virgen, como una colada de lava o una montaña de arena y piedras arrojada a la playa por un maremoto, la vida lo coloniza y al final acaba instalándose un ecosistema complejo con miles de especies de todo tipo. Igual ocurre cuando algo devastador como un incendio o un huracán arrasan una zona o cuando se abandona un campo de cultivo. Al final la naturaleza salvaje lo repuebla, como podemos ver en las ruinas de antiguas ciudades que actualmente están en medio de la selva. A este proceso de colonización y construcción de ecosistemas se le llama sucesión y ha sido muy estudiado por los ecólogos desde hace ya muchos años.

La sucesión en tierra firme es un proceso lento, lleva siglos. Las especies tienen que llegar, establecerse en el sitio,  reproducirse y entablar  relaciones con las que están y con las que van llegando. Se van limando asperezas y al final acaban coexistiendo infinidad de especies en relativa armonía, aunque muchas se quedan en el camino. En realidad el proceso nunca para, porque siempre llegan especies y las que ya están van evolucionando, pero el cambio se va haciendo cada vez más lento. Hasta que una nueva catástrofe lo pone todo patas arriba y vuelta a empezar. Así es la vida.

Aunque la colonización de un espacio vacío es lenta la velocidad puede variar de forma notable en función de lo rápido que lleguen las especies al sitio, que suele ser un cuello de botella en el proceso. Y las plantas, cruciales en la reconstrucción, pues facilitan la entrada de muchas especies, ya que no solo alimentan a todos los demás sino que además modifican fuertemente el medio con sus raíces y copas, se mueven muy mal como ya les he contado en posts anteriores. Están a merced de que alguien las lleve, ya sea el viento o los animales. Así que el área de campeo de los bichos que transportan semillas y los sitios por los que les gusta ir van a influir muy mucho en la velocidad con la que  colonizan las plantas. Hasta ahora los animales dispersores que más se han estudiado han sido las aves, ya que se pensaba que al volar llevarían las semillas a largas distancias, pero ahora se ha visto que no, que los mamíferos lo hacen mejor, y los carnívoros especialmente. Quien lo iba a decir.

Los mamíferos del orden Carnivora comen fundamentalmente carne y presentan muchas adaptaciones a este tipo de alimentación,  pero también comen otras cosas, como frutas. Osos, zorros, tejones, martas, garduñas, ginetas y comadrejas lo hacen, y lo gracioso es que les gustan las mismas que a nosotros, dulces y con mucha pulpa. Consumen muchos frutos silvestres, como el oso del escudo de Madrid que come madroños, y también la fruta que cae de nuestros frutales, como higos, manzanas o melocotones. Recuerden la vieja fábula de la zorra y las uvas. Y como comen mucha fruta actúan como dispersores de las plantas que comen.

Escudo_de_Madrid recortado

Los carnívoros dispersan semillas desde las áreas naturales a los campos abandonados, facilitando la regeneración de los ecosistemas. Y esto se debe a que tienen áreas de campeo muy grandes y a que visitan tanto áreas naturales como campos abiertos. En esto son mejores que los pájaros, porque aunque vuelen no visitan ecosistemas variados, sino que los que comen frutos del bosque se van a cagarlos a otros bosques y no al campo abierto. Los mamíferos herbívoros también se mueven mucho y por sitios variados, pero son peores dispersores porque destrozan mucho las semillas, ya que se pasan el día mascando y tienen tubos digestivos larguísimos. Los carnívoros por el contrario mastican poco y tienen tubos digestivos cortos, con lo que una parte importante de las semillas pasan intactas y luego germinan.

La agricultura actual se caracteriza por cultivar campos muy extensos en los que puede operar bien la maquinaria, según les conté en este post anterior. Y esto es un problema, porque si se abandonan tardan mucho en recuperarse porque a las plantas les es muy difícil llegar al centro de estas áreas enormes, con lo que la restauración es muy lenta y el área corre el peligro de erosionarse, con todos los problemas que esto acarrea. Y aquí entran en escena los mamíferos carnívoros, los únicos capaces de recorrer estos descampados infinitos y que pueden transportar semillas con bien a distancias comprendidas entre 1 y 10 km, según pueden ver en este artículo publicado en el último número de Ecosistemas. Así que pueden ser de gran ayuda en la restauración de estos campos abandonados. Claro que harían mejor su labor si se la facilitásemos, dejando por ejemplo setos arbolados y áreas naturales entre los cultivos por los que se pudiesen mover con soltura y que sirviesen de refugio a las plantas y demás organismos que restaurarán el cultivo abandonado. Pero esto es pensar a largo plazo, cosa que la sociedad actual no suele hacer. Ya lo pagaremos.

 

Rocío Fernández Alés

Expresidenta de la AEET

 

González-Varo, J.P., Fedriani, J.M., López-Bao, J.V., Guitián, J., Suárez-Esteban, A. 2015. Frugivoría y dispersión de semillas por mamíferos carnívoros: rasgos funcionales. Ecosistemas 24(3): 43-50.

Los mamíferos carnívoros en campos abandonados del Mediterráneo son clave para frenar la crisis medioambiental. Siglo XXI. 18/2/ 2016

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