
Los polinizadores están disminuyendo en los sistemas agrarios. Las técnicas de cultivo basadas en el petróleo hoy tan en boga no les vienen bien -por las diversas razones que les expliqué aquí– y están desapareciendo. Un problema, y grave, porque la mayoría de las plantas que cultivamos dependen de estos bichitos para producir lo que nos interesa. Así que habrá que tomar medidas para que el deterioro no progrese y se recuperen, y eso significa cambios importantes en los sistemas de cultivo, algo que resulta muy caro. Los más perjudicados por estos cambios se defenderán diciendo que “igual la pérdida de polinizadores se debe a otra causa y nos vamos a gastar un dineral para nada”, y no andan carentes de razón. Por lo tanto se tendrá que demostrar que la nueva agricultura, y no otra cosa, es lo que perjudica a los polinizadores. ¿Cómo lo hacemos?
Muy fácil, estudiando lo que pasa donde no está la agresiva agricultura actual. Si allí también desaparecen los polinizadores es que no es la agricultura. Si por el contrario, están tan panchos o incluso aumentan está claro que la forma de usar la tierra es el problema. Y aquí nos topamos con la primera dificultad: la falta de estudios a largo plazo en sitios dejados de la mano de dios. La mayor parte de los pocos que se han hecho son a corto plazo (4 años máximo), demasiado poco para ver tendencias temporales. Hace falta más tiempo para poder vislumbrar algo en el ruido de fondo, que suele ser mucho porque la naturaleza es intrínsecamente muy variable.
Menos mal que el Prof. Herrera, del que les hablé ya en otra ocasión, ha tenido a bien publicar el trabajo que nos hace falta: cómo han cambiado los polinizadores en la sierra de Cazorla en los últimos 20 años. Esta sierra es una zona montañosa en el SE de la Península Ibérica que alcanza los 2000 m de altitud y en donde nace el río Guadalquivir. Cubierta de bosques salpicados de prados, goza de protección desde hace más de 30 años y con sus 200.000 ha. de extensión es el parque natural más grande de España y el segundo más grande de la CE. No podemos decir que el hombre no ha dejado su huella allí, pues la ha habitado por milenios y ha explotado sus bosques para madera de construcción desde tiempos de los romanos. Pero ahora apenas se explota: algo de caza y saca de madera muy controlada en una zona poco habitada. Por no haber, no hay ni colmenas -solo unas pocas en el borde del parque-. Un sitio ideal para ver qué les pasa a los polinizadores donde el hombre no anda enredando.
El profesor Herrera ha tenido la santa paciencia de visitar durante 20 años 29 parcelas hábilmente repartidas por todo el parque en sitios variopintos a los que no va absolutamente nadie. Anotando con un estricto protocolo qué flores había en cada parcela, quién las visitaba y durante cuánto tiempo una y otra vez a lo largo de todo el periodo de floración, se encontró al final con un big data bastante considerable: cerca de 3 millones de registros (1 registro= 1 flor observada durante 1 minuto) de 65 especies de plantas y unas 600 de polinizadores. Casi nada. No hay otro trabajo que haya lidiado con una riqueza de especies de este calibre salvo uno en Grecia que encontró más. Curiosamente las abejas melíferas apenas hicieron acto de presencia, cosa rara en estos estudios en los que suelen ser muy abundantes. Es que aquí no hay colmenas en muchos kilómetros a la redonda, solo están las abejas que viven asilvestradas anidando en huecos de árboles.
Las cosas que ha encontrado el Prof. Herrera tras someter a este big data a los análisis estadísticos pertinentes para poderle sacar información son de lo mas interesantes. Lo primero que ha visto es que no hay nada más variable en el tiempo y más imprevisible que los polinizadores que va a haber en danza cada año, tanto en número de individuos como en composición específica. Una parte importante de los estudiados cambian en número y en visitas a flores entre años de forma significativa. Como cada especie va a su bola, al final lo que nos encontramos es que cada año es muy distinto a otro, llegando la cosa al extremo de que un año te polinicen mariposas y otro año avispas -así de radical-. Las redes de polinizadores son muy inestables, muy poco predecibles. Para mayor abundamiento, cuantas más especies hay en danza más inestabilidad. A comienzos de primavera, cuando pocos polinizadores están despiertos, varía menos que cuando esta estalla y salen todos a libar. Entonces se puede encontrar uno cualquier cosa. No es de extrañar que las plantas se dediquen a fabricar flores de lo más heterogéneas: es la única manera de acertar cuando no se sabe quién va a venir a polinizarte.
Si uno se aleja y toma perspectiva este caos se difumina y aparece un patrón general: tanto los polinizadores como las visitas que hacen a las flores han aumentado significativamente en estos 20 años. Se puede ver a nivel general, pero también cuando nos detenemos a observar especie por especie: son muchas más las que suben que las que bajan. Curiosamente tanto las abejas de la miel como los abejorros (Bombus) no cambian significativamente a lo largo del tiempo, siempre hay los mismos.
¿Por qué aumentan? Explicaciones no faltan. La primera es que ahora hace más calor que hace 20 años, sobre todo en verano, que es cuando una buena parte de estos bichitos andan por el campo. A los animales de sangre fría les viene muy bien que haga calor, porque así están más activos y comen más. La segunda es que la zona se está reajustando a la nueva situación de ausencia de uso humano, que empezó poco antes del comienzo de este estudio, y en la nueva situación hay mas sitio para los polinizadores, así que están aumentando.
Este trabajo nos muestra que cuando el hombre no enreda a los polinizadores les va muy bien, una prueba de que si se pierden es por nuestra culpa. Hombre, un solo trabajo no es suficiente para llegar a la conclusión de que esto es igual en todo el mundo mundial -hacen falta muchos más que corroboren lo que ha encontrado el Prof. Herrera-, pero sí lo es para dar la voz de alarma. Ahora estamos más seguros de que cambiando las técnicas agrícolas es muy probable que los polinizadores no anden tan fastidiados y aumenten.
Rocío Fernández Alés
Expresidente de la AEET
Herrera, C.M. 2018. Complex long‐term dynamics of pollinator abundance in undisturbed Mediterranean montane habitats over two decades. Ecological Monographs. doi: 10.1002/ecm.1338