En cuestión de plagas, no todo es el clima

Las repoblaciones forestales fueron una actividad predominante en nuestros montes durante la segunda mitad del siglo XX, con objetivos económicos, como producir madera, o ambientales, para prevenir riadas, proteger suelo, y regular los ciclos hidrológicos. Muchos de los pinares que se plantaron entonces no tienen hoy en día interés comercial directo, pero siguen realizando estos servicios al ecosistema de muy dificil valoración económica, ya que su efecto es sobre todo preventivo. Sin embargo, el mantenimiento de estos pinares requiere de importantes cantidades de dinero para controlar las plagas forestales que, por otro lado, cada vez son más frecuentes. Es fácil apuntar al cambio climático como responsable del aumento de la vulnerabilidad de nuestros bosques al ataque de plagas, pero ¿es toda la culpa del cambio climático?

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La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) se entierra en el suelo tras pasar el invierno alimentándose de las hojas de los pinos.

El aumento de temperatura predicho, favorecerá el crecimiento y expansión de muchas plagas. La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es una especie que, por su ciclo de vida, es un buen ejemplo para estudiar los efectos del cambio climático. Las larvas se desarrollan durante el invierno, y ascienden a la copa de los árboles, donde se construyen sus casas (bolsones) y se alimentan de las acículas hasta el principio de primavera, cuando forman las conocidas procesiones para enterrarse y pupar. De allí salen en verano las mariposas que recomienzan el ciclo en el otoño siguiente. El incremento en los termómetros de estos últimos años ha permitido a esta especie colonizar nuevos territorios en altitud y latitud. Pero ¿es el clima el único responsable de esta expansión?

definicion plaga

Al revisar el concepto de plaga, podemos ver que al clima se le suman otras condiciones que desencadenan la plaga. Se trata de características de la especie plaga, en este caso la oruga de la procesionaria, y de sus hospedadores, los pinares. Puesto que el clima escapa a nuestro control, los esfuerzos de gestión se deben dirigir a los hospedadores y la especie plaga. Tradicionalmente el control de plagas ha estado centrada en el ataque directo a la especie plaga. Con el tiempo, los métodos han evolucionado y se han diversificado (p.ej. insecticidas de origen biológico, suelta de depredadores o parásitos específicos, etc.)  pero el énfasis sigue estando en medidas paliativas que implican el ataque directo a la plaga una vez que ésta ha ocurrido.

Pero, si nos fijamos una vez mas en los puntos de la definición de plaga, veremos que dos de ellos describen al hospedador potencial y sin embargo han sido ignorados en el control de plagas. Los pinares atacados por procesionaria cumplen esos requisitos, son pinares con una elevada densidad de árboles, y compuestos por individuos muy iguales, es decir con una susceptibilidad similar a ser atacados. Jose Antonio Hódar, autor de este artículo, propone una estrategia de prevención basada en el manejo del hábitat, que consiga bosques más diversos en estructura y composición de árboles, más resistentes  no sólo frente a las plagas, sino a los diversos tipos de perturbación que se adivinan para los años venideros.

La gestión que se propone es muy similar a la que se hace en la agricultura ecológica: cuánto mas diverso es un cultivo, el ecosistema que se forma es más complejo y tiene mayor capacidad de respuesta frente a las perturbaciones. Los cultivos de una sola especie albergan menor diversidad de flora y fauna, tienen menor capacidad de respuesta, y se vuelven más dependientes de nuestros cuidados. Los pinares de repoblación son como extensos cultivos, pobres en especies, cuyo equilibrio es dependiente del hombre. La clave está en conseguir que estos pinares sean capaces de responder a las perturbaciones minimizando la intervención humana, con medidas drásticas como talar para clarear esos pinares, o intercalar otras especies en el pinar, conseguiríamos algo mas parecido a un bosque que a una plantación. Puede suponer una inversión inicial fuerte, pero a la larga reduciríamos la vigilancia y actuación periódica de control.

Nieves Martín Robles

estudiante de doctorado Universidad Rey Juan Carlos

ResearchBlogging.org

Hódar, J.A., Zamora, R., & Cayuela, L. (2012). Cambio climático y plagas: algo más que el clima Ecosistemas, 21 (3), 73-78.

One thought on “En cuestión de plagas, no todo es el clima

  1. “La clave está en conseguir que estos pinares sean capaces de responder a las perturbaciones minimizando la intervención humana, con medidas drásticas como talar para clarear esos pinares, o intercalar otras especies en el pinar, conseguiríamos algo mas parecido a un bosque que a una plantación.”

    La clave es el respeto, y el rigor, como en tantos otros ámbitos de la vida. Y los técnicos gestores de las cc.aa., responsables de mantener este desaguisado de plantaciones monoespecíficas de resinosas exóticas, muy a menudo no tienen ni lo uno ni lo otro.
    La clave no es forzar la permanencia de un monocultivo de especies resinosas (que no es lo mismo que “pinar” aunque utiliceis ambos conceptos como si fueran lo mismo) monocultivo que a menudo fue introducido también a la fuerza, arrasando previamente con maquinaria pesada la vegetación autóctona que había antes (a menudo matorral, que es tachado de “suciedad” con enorme necedad).
    La clave es recuperar el ecosistema propio de cada lugar. Cientos de miles de hectáreas que son potenciales rebollares, encinares, quejigares, alcornocales, hayedos etc. están frenados por la obsesión patológica de unos gestores que intentan mantener por la fuerza esas plantaciones de resinosas donde no corresponden hoy ni correspondían en su día cuando fueron plantadas, insisto, por la fuerza y desplazando a la vegetación autóctona preexistente.

    La clave no es “conseguir algo más parecido a un bosque que a una plantación”. La clave no es seguir eligiendo caprichosamente qué hay o que no hay en un determinado lugar. La clave es recuperar las comunidades vegetales y animales que sean propias de cada lugar sin más, al margen de gustos o caprichos o modas (como la moda “friki” despistada que propone plantar cipreses como cortafuegos). Rigor y respeto.

    Las demonizadas “plagas” siempre han existido, y son una perturbación natural más que ha moldeado los ecosistemas, al igual que otros eventos como los incendios por rayo, los huracanes, etc. Las plagas nunca han sido un “problema” hasta que nuestra especie ha llegado a la escena evolutiva y unos vividores de cuentos, casualmente los mismos que nos metieron los cultivos de resinosas con calzador, han decidido tachar a las plagas como “malas” (al igual que el matorral es tachado de “suciedad”).

    La procesionaria no hace nada más que poner orden en los desórdenes criminales creados por los ingenieros del Icona y Tragsa. La procesionaria es un héroe, no una plaga.

    La gestión ultraintervencionista ejecutada hasta hoy contra los ecosistemas y los procesos naturales, alterando permanentemente los ecosistemas como si de jardines se tratara, debe ser enterrada para siempre y dar paso a la gestión para la conservación. Y para eso la formación académica de los gestores debe seguir el camino de la biología de la conservación, lo que a día de hoy es inexistente en los técnicos de la administración, y así va todo, claro.

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