El 11F es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, instaurado en 2016 por la ONU para visibilizar a las investigadoras y hacer campaña para ofrecer a las mujeres y las niñas un acceso pleno y equitativo a la ciencia..
El informe “Mujeres Investigadoras CSIC 2022” muestra que, en el año 2021, un 50,4% de los contratos predoctorales fueron para investigadoras. Es decir, la entrada de mujeres en el sistema científico de nuestro país no parece constituir un obstáculo generalizado (aunque existen diferencias según el área, y, además, atención, este porcentaje lleva 16 años consecutivos bajando). Sin embargo, a pesar de que, en general, sigue habiendo más mujeres empezando la carrera científica, a medida que se asciende en la jerarquía académica se observa un aumento en el porcentaje de hombres, llegando a suponer un 73,6% de los Profesores de Investigación. (ver Informe CSIC). Es decir, las investigadoras que entran en el sistema científico español no están consiguiendo estabilizarse ni promocionar. Dentro de las barreras invisibles que originan estos patrones, como el famoso techo de cristal, están las que se han denominado suelo pegajoso, relacionadas con las tareas que se asignan normalmente a las mujeres dentro de sus equipos. Estas tareas, a pesar de ser necesarias para que los equipos funcionen, normalmente no se valoran ni se evalúan. Algunas de estas tareas incluyen los cuidados de los miembros del equipo de trabajo, la formación de los nuevos miembros, garantizar la cohesión del grupo, ordenar, limpiar y gestionar laboratorios y material de trabajo, catalogar, ordenar y mantener las muestras que se obtienen en el campo, coordinar actividades de equipo, etc. El trato cotidiano de las investigadoras y de los investigadores dentro de los equipos de investigación puede influir de manera determinante en su proyección profesional. La buena noticia es que está en nuestras manos el cambiar los hábitos establecidos.
Desde la Comisión de Igualdad de la AEET en 2022 lanzamos una encuesta para evaluar los problemas a los que se están enfrentando las investigadoras y que les podrían estar frenando en sus carreras (encuesta suelo pegajoso).

Este 11F queremos mostraros algunos resultados. Nos centraremos en 3 problemas: el acoso laboral, el síndrome de la impostora y los roles asimilados en los entornos de trabajo.
Una de las preguntas que se plantearon fue “¿Has sufrido acoso laboral por parte de alguna persona del grupo? ¿Te han frenado alguna publicación, te dejan las horas malas del laboratorio, intentan infravalorar tus resultados, etc.?” Un 47% de las mujeres respondieron afirmativamente, frente a un 27% de los hombres. Desglosando los datos, las mujeres más jóvenes (predocs) o con cargos de técnicas, expresan que ese acoso tiene repercusiones graves para sus carreras (¡casi el 40%!).


Sobre el síndrome de la impostora, tenemos datos que pueden ayudar a entender este proceso. Parece que las mujeres lo sufren mayoritariamente (89%), y que ya existe antes de empezar la carrera investigadora (el pico de incidencia es antes de empezar el doctorado), mientras que los hombres presentan un porcentaje algo menor pero igualmente significativo (86%), siendo el pico de incidencia más tardío (durante el doctorado).


Finalmente, cuando analizamos los roles desempeñados por mujeres y hombres en las reuniones de sus equipos de investigación, un sorprendente 22% de las mujeres han respondido que no hablan ni se les pregunta su opinión sobre los temas que se discuten, mientras que solo el 4% de los hombres se encuentran en esa situación.

Con estos datos sobre la mesa, entendemos que hay varias acciones que se pueden implementar para mejorar la situación de las investigadoras dentro de sus equipos de trabajo, y que tienen que ver mucho con el papel del PI de los grupos. Entre las funciones de los/las PIs debería estar la de crear un ambiente en el que las mujeres que integran sus equipos se sientan valoradas profesionalmente. Además, creemos que es vital enfocar estas acciones en las predocs y en las técnicas, porque son el colectivo más vulnerable según estos resultados.
Propuestas para PIs:
- Redactar protocolos equitativos para el uso de los recursos del equipo que establezcan las horas de utilización del laboratorio para cada persona y los roles que se asignan a cada una de las personas que integran sus equipos. Vigilar que no haya discriminación dentro del equipo por cuestiones de género. Por ejemplo, que no se le ofrezcan las mejores horas del laboratorio a los hombres, ni más recursos, ni se les conteste más rápido a las revisiones de sus trabajos, a sus dudas, ni se les ofrezca mayor ayuda económica para asistir a congresos “de mayor nivel”, etc.
- Ofrecer puestos de responsabilidad que sean valorados por la comunidad científica a las mujeres jóvenes que integran sus equipos. Por ejemplo, dirigir el trabajo de campo, dirigir el laboratorio, ofrecer puestos de responsabilidad a mujeres en revistas científicas, en comités científicos, ofrecer co-supervisiones oficiales de trabajos de grado, máster y tesis doctorales.
- Escuchar las ideas originales de las investigadoras, y apoyarlas para que puedan llevarlas a cabo.
- Construir espacios seguros en los que las investigadoras puedan denunciar situaciones de acoso, expresarse con libertad y encontrar apoyo y compromiso durante estos procesos.
- Implicar a todo el equipo en las acciones de difusión y divulgación, así como las relacionadas con la diversidad y la equidad, para evitar que se conviertan en trabajo extra para las investigadoras.
- Implicarse personalmente en las tareas de socialización y organización no científica del grupo que suele recaer en las mujeres. Repartir estas tareas de manera equitativa.

Firmado:
Elena Velado, Virginia Domínguez, Sofía Galván, Sara Gamboa, Irene Mendoza, Pablo Salazar, Marta Rodríguez Rey, María Hurtado, Elisa Oteros Rozas, Verónica Cruz, Miguel González, Ana Benítez, María José Ruiz, Mar Sobral y Sara Varela.